viernes, 3 de diciembre de 2010

Una noche madrileña

Una noche madrileña
Era viernes por la noche, necesitaba desestresarme, escapar, una opción diferente a las calles siempre iguales de Puerto Ordaz, así decidí recordar mis días del verano pasado por las calles de Madrid, resolví ir al sitio que me acercaría a las calles de Puertas de Sol, trayéndome recuerdos inolvidables marcados en mi paladar por los sabores del Mediterráneo, la sangría bien fría y con la musicalidad del tablao flamenco bien bailado. 
Sabor Mediterráneo
Ya estaba en el lugar, el restaurante Jai Alai, ubicado en la Avenida las Américas de Puerto Ordaz. Al entrar los olores invaden mi olfato. Mariscos a la plancha, el azafrán de la paella y por supuesto el vino que no falta. Me recibe el mesonero, muy amablemente me pregunta donde quiero sentar, decido hacerlo en la parte de arriba. Subiendo las escaleras paseo mi vista por la mesa de postres que me llaman la atención, me tientan a cometer un dulce pecado, romper la dieta.

Cortesia de:  http://www.marisqueriasfisterra.es/

Cortésmente el anfitrión me entrega el menú y mis ojos de deslumbran al ver tantas delicias descritas. Finalmente, después de debatirme entre la paella y la parrilla, me decido por la última, que es una selección de maricos, carne y pollo, sobre una cama de papas fritas. De bebida escogí la refrescante sangría, coctel insigne de España, este viene acompañado de frutas.

Un lugar ameno

Mientras espero mi comida mi mirada se pasea por la decoración del lugar, en la mayoría de las paredes cuelga fotografías de Jai Alai, deporte de origen Vasco al cual el restaurante debe su nombre. También se puede observar una colección de cervezas de varios países. Las mesas son sencillas así como la mantelería, inclinándose más a lo modesto que a lo lujoso.


La espera fue corta, llega mi parrilla y se ve deliciosa. Empiezo a degustar primero los maricos: pulpo, calamares, ostras, camarones y langostinos. Todos en su punto, con el sabor singular del mar, dejando sentir el aceite de oliva y el toque de limón. Sigo con el pollo y la carne, ambos ingredientes tiernos y jugosos. La sangría no se queda atrás, las frutas sirven de toque perfecto, dan la pizca de dulce que necesita. 

La comida estuvo acorde a mis expectativas, exquisita. La atención muy grata y los precios justos, una combinación que no siempre podemos encontrar en un restaurante. Me sentía complacida, tuve la noche que quería. Los sabores me trasladaron a directamente a las noches vividas en Madrid.








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